¿CHUBUT ESTÁ PARA FIESTAS?

¿CHUBUT ESTÁ PARA FIESTAS?

 El gobernador Ignacio Torres anunció días atrás que la provincia destinará cerca de 280 millones de pesos para apoyar la realización de las distintas fiestas populares que más de 10 localidades de Chubut llevan a cabo cada año con el objeto, entre otros, de fortalecer la identidad cultural de cada comuna y generar además una afluencia de visitantes que dinamice el turismo y las economías regionales.

Torres señaló que las fiestas populares son un espacio de encuentro que moviliza a cada rincón de la provincia, son trabajo y son turismo para todos los chubutenses, agregando que "en este momento tan difícil que estamos atravesando es muy importante no perder nuestra cultura, no perder nuestro arraigo, no perder el orgullo de ser chubutenses".

280 millones de pesos es el equivalente a unos 28 sillones odontológicos que bien pudieran ser comprados e instalados en cada uno de los hospitales y centros de atención primaria de salud de las distintas ciudades de Chubut.

280 millones de pesos es el equivalente a unos 10.000 libros que pudieran ser adquiridos para destinarlos a bibliotecas escolares del interior de la provincia.

280 millones de pesos implican la compra de casi 1.500 chalecos anti bala para proteger a todo el personal policial.

No está en duda la importancia y lo acertado que pudiera resultar que el estado provincial, en épocas de vacas gordas, fortalezca y apoye el desarrollo de los acervos culturales de los distintos pueblos de Chubut con la riqueza y diversidad social que ello significa. Tampoco está en discusión el efecto dinamizador que cada una de las fiestas populares trae aparejado en el renglón de las economías regionales.

Sin embargo, en un contexto macroeconómico de fuertes restricciones presupuestarias, donde lo que se pretende es equilibrar los presupuestos nacional y provinciales, pulverizar el déficit fiscal para así aniquilar la inflación, incluso en el contexto local donde el gobierno de Chubut advierte las dificultades que tiene por delante en materia de atender sus indelegables obligaciones salariales y de atención de sus servicios de salud, infraestructura escolar, educación y seguridad, destinar 280 millones de pesos para financiar fiestas, y además darle difusión como si fuera algo virtuoso, resulta cuanto menos digno de ser analizado bajo parámetros de austeridad, basados en un criterio de prioridades razonables.

El gobernador Torres, en el encuentro que mantuvo hace 10 días con los intendentes de toda la provincia en el Hotel Lucania de Comodoro Rivadavia, y defendiendo su decisión de destinar 280 millones de pesos a las fiestas populares afirmó: "...endeudarse no está ni bien ni mal, depende para qué me endeudo y en qué condiciones me endeudo..". Seguidamente agregó Torres: "...nuestro desafío inmediato de los próximos meses será sortear los primeros vencimientos de deuda que nos dejan en jaque total complicando la atención de los servicios de salud, de educación, el pago de salarios, etc, etc, etc..."

Con ese panorama detalladamente descripto por el gobernador, hubiera resultado más que lógico anunciar la suspensión de esos aportes de 280 millones para el financiamiento de fiestas populares.

Entiéndase bien, nadie está cuestionando el derecho que los pueblos tienen a festejar y divertirse. Pero en este momento histórico de graves limitaciones económicas, los servicios públicos de salud, educación, seguridad y justicia deberían estar primero.

Es una mera manifestación de prioridades que en nada obstaculizaría que cada comunidad organice la continuidad de sus propias fiestas sin comprometer fondos del erario provincial que claramente en los próximos meses van a ser requeridos por otras urgencias de mayor trascendencia y envergadura.