Sin señal, auto varado y "volvió con otro agente": las contradicciones en el relato clave por la desaparición de la oficial María José San Martín en Chubut
A cuatro días de la desaparición de la oficial María José San Martín en la zona arenosa del ex lago Colhué Huapi, el relato público del caso arrastra un vacío narrativo central que todavía nadie explicó con datos: cómo la compañera que sobrevivió pudo conseguir ayuda o rearmar un regreso con refuerzo en un lugar descripto como aislado, con tormentas de viento con mucho polvo en suspensión, con caminos poco transitados, sin señal de telefonía y con el vehículo encajado
La reconstrucción difundida el martes 16/12, atribuida al Ministerio Público Fiscal, sostiene que el viernes 12 el móvil quedó varado en un banco de arena; que ambas pasaron la noche dentro del auto porque no podían retomar la marcha y no tenían señal para pedir auxilio; y que el sábado salieron caminando para buscar una elevación que les permitiera captar señal, una tormenta las separó, y la compañera decidió volver al vehículo para aguardar.
En ese marco, se informa además que el caso "se inició el domingo" tras la denuncia formal.
Sin embargo, un reporte anterior publicado el 15/12 afirmaba otra cosa: que "solo una de las dos ocupantes del vehículo regresó al pueblo", que esa ausencia disparó la intervención de un agente local que constató que San Martín ya no estaba donde quedó el vehículo, y que aun así el operativo de localización "se puso en marcha recién el domingo". Esa diferencia (volver al vehículo y esperar versus "regresar al pueblo") no es un matiz: cambia por completo la logística, los tiempos y la explicación de por qué no se activó antes una búsqueda urgente.
A la confusión se suma el propio relato atribuido a la compañera en medios regionales: que el sábado a la tarde, cuando salieron a buscar señal, una se adelantó; que en medio de una tormenta de arena la oficial se perdió; que la compañera volvió al Renault Logan atascado y esperó ayuda que recién llegó el domingo a la mañana por parte del policía que aguardaba el relevo del servicio adicional. Si esa fue la secuencia, la demora también exige precisiones públicas: ¿qué comunicaciones existieron, cuándo se pidió ayuda y por qué se esperó hasta el domingo?
Si no había señal y el auto estaba varado, ¿cómo llegó la acompañante a Sarmiento para dar aviso? Esa pieza falta en la cronología y explica por qué la búsqueda se activó tarde en un terreno donde el viento borra rastros. Y si la desaparición fue el viernes, ¿por qué las autoridades recién comenzaron la búsqueda el día domingo?
Hoy no se trata de instalar sospechas sin evidencia: se trata de exigir algo básico para un caso que depende de horas y decisiones. ¿Alguien pasó por la zona y asistió a la compañera? ¿Quién coordinó la "vuelta con otro agente" y en qué horario? Sin esos datos concretos, las versiones públicas quedan partidas y la sociedad (que nuevamente ve como desaparecen las personas sin dejar rastros) se queda con preguntas elementales sin respuesta.
El contexto agrava el reclamo de claridad: en la región todavía sigue abierto el caso de los jubilados Juana Inés Morales y Pedro Alberto Kreder, vistos por última vez el 11 de octubre, sin certezas sobre qué pasó. En Chubut, cuando las desapariciones se estiran, cada contradicción no aclarada se convierte en desconfianza y en otra herida para las familias.
Mientras tanto, en Comodoro y Sarmiento las personas siguen desapareciendo misteriosamente, sin dejar rastros. ¿Negligencia en la búsqueda o crimen perfecto?





