China y Rusia lanzaron una fuerte advertencia a Japón por el resurgimiento del militarismo
Pekín y Moscú instan a Tokio a honrar su Constitución pacifista de posguerra. La crítica se centra en el aumento del gasto en defensa, la exportación de misiles y las declaraciones sobre Taiwán, mientras China reitera el riesgo de las armas químicas abandonadas
Una inusual y coordinada ofensiva diplomática tuvo lugar este viernes, con China y Rusia alzando la voz para exigir a Japón que "cumpla con sus obligaciones como país derrotado en la Segunda Guerra Mundial" y abandone la senda de la remilitarización, según reportó la agencia china Xinhua. Ambas potencias consideran que las recientes acciones de Tokio están desafiando el orden internacional y socavando la paz en la región Asia-Pacífico.
El portavoz del Ministerio de Defensa Nacional de China, Jiang Bin, criticó duramente a Japón por la reciente aprobación de un aumento en el gasto en defensa y las negociaciones para exportar misiles a Filipinas.
"A medida que aceleró el ritmo de flexibilización de las restricciones al desarrollo militar, el militarismo japonés está a punto de resurgir", afirmó Jiang.
El portavoz chino también recordó la deuda histórica que mantiene Japón respecto a las armas químicas abandonadas en territorio chino durante su periodo de agresión, un crimen que causó más de 200.000 bajas y sigue poniendo en peligro la seguridad de la población. China urgió a Japón a "hacer todos los esfuerzos posibles para agilizar el proceso de eliminación" de dicho armamento.
Moscú pide regresar al pacifismo constitucional
Por su parte, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, María Zakharova, en respuesta a una consulta sobre la acelerada agenda de remilitarización de Japón y sus "declaraciones erróneas" sobre Taiwán, fue enfática.
Zakharova aseguró que Tokio debería "volver a los principios pacifistas consagrados en su Constitución", que explícitamente renuncia a la guerra como instrumento de política nacional. La funcionaria rusa advirtió que las "declaraciones y acciones belicosas de las autoridades japonesas" no solo aumentan las tensiones regionales, sino que contradicen directamente su propia carta magna, subrayando la necesidad de resistir la distorsión histórica y proteger el orden de posguerra.







