Luz ante la oscuridad provocada
Todo parece indicar que el sábado se producirá una contundente y transversal movilización en todo el país. Será en rechazo a la decisión del gobierno nacional de retomar su ofensiva contra los derechos, no de las minorías como se piensa y a veces se dice, sino los de la sociedad en su conjunto.
El ataque hacia la comunidad LGTB+ y las mujeres volvió a cruzar las aguas y a generar una reacción que, en términos de convocatoria y sentimiento, se asemeja mucho en lo previo a lo que sucedió cuando el gobierno nacional pretendió avanzar sobre las Universidades Nacionales.
El sábado se volverá a vivir en las calles algo muy parecido a lo que ocurrió con aquella primera gran movilización universitaria, la del 23 A, que juntó a las partes de la sociedad y la volvió a unir en un reclamo compartido.
No fue un exabrupto
Lo primero que hay que decir es que el discurso de Milei en Davos no fue un exabrupto sino un hecho planificado y que, pese a que hubo algunos intentos de aclarar los dichos por parte de sus adláteres, en la práctica ninguno de ellos retrocedió.
Mientras que el ministro Coordinador de Gabinete, Guillermo Francos, jugó al juego de "Milei no dijo lo que dijo" y el vocero Manuel Adorni reapareció luego de meses de ausencia para hacer torpes malabares dialécticos, el ministro de Justicia, Mariano Cuneo Libarona, tomó los dichos del presidente y anunció la presentación formal de un proyecto de ley para eliminar la figura del Femicidio del Código Penal.
Tanto el presidente como el ministro, que tiene una historia personal muy intrincada en torno a la muerte de su ex esposa Lourdes Di Natale, recibieron varias denuncias en su contra por sus expresiones pero, se sabe, que nada sucederá con ellas porque o se perderán por los vericuetos judiciales o se tornarán en abstractas.
Lo que sí motivaron los dichos discriminatorios y misóginos es la reacción de una gran parte de la sociedad que venía consintiendo otros ataques más diarios y constantes, incluso aquellos que se sufrían en carne propia pero se preferían ignorar.
En Davos, donde debía hablar de lo que en teoría sabe, que es la Economía, Milei reiteró y sobreactuó el discurso del año pasado. El resultado fue similar al anterior, aunque la reacción negativa fue exponencial.
Seguramente Milei y los suyos pensaron en el discurso como un acto más de genuflexión y seguimiento de la agenda Musk-Trump. También que el mismo le iba a servir al presidente en su construcción del personaje de líder mundial de la recontraderecha reaccionaria que, de la pandemia a esta parte, pretende instaurar un nuevo régimen mundial de pensamiento y concentración económica.
Milei está tan ensoberbecido que no mide riesgos, en realidad rara vez lo hace porque su conducción y racionamiento político no admite otra verdad que la que construye y alimenta con estadísticas falsas, inventadas o tergiversadas. El presidente tampoco acostumbra a retroceder, tanto que hace culto de su aceleración a fondo en las curvas, y sin importar que delante de la misma haya un paredón.
El sábado será nuevamente la sociedad en la calle la que le recuerde que la Argentina quiere seguir siendo una sociedad democrática, basada en derechos y en una conveniencia pacifica de voluntades, sentires, pareceres que no pueden ser arrebatados por ningún iluminado por las noches más oscuras.