El problema no es el mameluco
Análisis de Saúl Gherscovici.
El gobierno de Javier Milei cumple hoy dos años. El balance de esta primera parte de gestión es el de una motosierra funcionando a destajo sobre derechos fundamentales y sociales de una población que, en su mayoría, volvió a confiar en el modelo y en su conductor, que no solo no los tiene en cuenta, sino que hace todo lo posible para sacárselos de encima.
Con el objetivo de poder demostrar que tiene y mantiene un superávit y equilibrio fiscal, Milei secó y enfrío la economía. Para ello atacó a la industria, al empleo y recortó jubilaciones, obra pública, inversión educativa, mantenimiento de rutas, y todos aquellos programas que fueron pensados para atender las demandas sociales de la población en general y de los más vulnerados en particular. En cada uno de estos temas Milei fue claro cuando, dialéctica y activamente, afirmó que "se acabó esa mentira y estafa de ´dónde hay una necesidad, nace un derecho´", que disparó a los gritos para citar negativamente a Evita y a la base social de esta Argentina que conocimos y que parece estar despidiéndose de nuestras vidas.
Tanto remamos para volver a la pandemia
El discurso y las ideas de Milei candidato eran peligrosas, como bien las definió la entonces también candidata Patricia Bullrich, pero fue fértil sobre el hartazgo que tenia la sociedad tras los gobiernos de Macri y Alberto Fernández, que no pudo despegar tras haber contenido de manera correcta, salvo para los que utilizaron la extensión del encierro como caballito de batalla y campaña, la pasada pandemia. Esa pandemia que dejó a nivel mundial daños y cambios psicológicos que se siguen estudiando, mientras que los efectos de esos cambios que experimentó la mayoría de la sociedad siguen generando reacciones años atrás impensados.
Esa puede ser una de las explicaciones gruesas del triunfo de Milei, que hoy parece tan lejano como la pandemia. Sin embargo, el pasado 26 de octubre, el presidente volvió a ganar las elecciones intermedias, aquellas en las que parecía absolutamente derrotado hasta, como reconoció el propio presidente estadounidense esta semana, apareció Trump con su anuncio de ayuda y dio vuelta un escenario electoral. El resultado de las elecciones parecía tan definido que hasta se hablaba de un recambio presidencial antes del 2027, posibilidad en la que jugaron fuerte los gobernadores de Provincias Unidas como factor de poder y posible alternancia.
Los números de estos dos años de Milei indican que el desempleo creció un 32.4% y que la desocupación golpeó a 1.088.000 personas. El estudio realizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA señala que estos niveles de deterioro son "similares a los de la salida de la pandemia en septiembre del 2021". Acá podríamos poner el famoso momento televisivo de Alejandro Fantino diciendo: "pará pará, pará. ¿Vos me estás diciendo que cambiamos de presidente, de modelo, nos ajustaron salvajemente dos años, para volver al punto de partida de la pandemia?". La respuesta no está en el viento, como dijo el viejo Bob, sino en los datos y en la realidad social y económica del país.
La gestión Milei también hizo que cerraran 19.000 empresas, con la pérdida de casi 280.000 empleos registrados, que forman parte del más de un millón de personas sin trabajo.
Hay otro dato más duro en este estudio de la UBA que refleja que el 35% de los trabajadores que conservaron su empleo, pese a trabajar e incluso haciendo changas o teniendo otros empleos informales, son pobres ya que sus ingresos no le alcanzan para cubrir sus necesidades básicas en un país donde el ascenso social y el objetivo de ser parte de la clase media, suena tan viejo como inalcanzable, si esto sigue así.
Los informes de los bancos señalan y advierten que, en estos dos años, el 48% de las familias argentinas están endeudadas pero no para pagar viajes, comprar bienes o darse gustos, sino para cubrirse mes a mes. La morosidad con los bancos, ya sea en créditos o por la falta de pago de resúmenes de tarjetas de crédito, también llegó a niveles históricos, impensados y peligrosos.
Si la industria y el empleo están en fase terminal, ¿qué es lo que funciona bien en la Argentina? La respuesta también surge de los indicadores económicos. En este contexto de anulación del poder industrial y la destrucción del consumo, los negocios financieros y la minería son los únicos rubros que crecieron en estos dos años. Se trata de actividades que solo dejan beneficio a muy pocos y que, como contrapartida, dejan tierra o ambiente complicado y un agujero estructural de la economía para el resto que nada sabe de la denominada bicicleta financiera.
Lo que se viene es más de lo mismo
Con el espaldarazo electoral recibido el 26 de octubre, Milei ya tiene mayoría en la Cámara de Diputados prácticamente para manejarse a sus anchas. Por eso envío a la Cámara de Diputados sus ansiados proyectos de reforma laboral y tributaria que, según el anuncio, fueron consensuados por el Consejo de Mayo, aunque no se aclara que del mismo se retiró la CGT y solo quedaron los gobernadores dóciles como Alfredo Cornejo de Mendoza, donde ayer su oficialismo aprobó en la Legislatura una ley que le da a las mineras el poder y uso casi total del agua, sin garantizar que esos emprendimientos generen fuentes de trabajo autóctonas.
Como siempre, pese al daño que producen los proyectos, al tercer intento de reforma laboral en estos dos años de mandato, le pusieron "modernización laboral". La definición, como dijimos es linda pero engañosa ya que, en lugar de modernizar, el proyecto en la práctica plantea anular todo lo resuelto por la humanidad en el siglo XIX, cuando se instalaron las 8 horas de trabajo, las vacaciones, las indemnizaciones, horas extras y una serie de garantías y derechos para los trabajadores, que ahora desaparecen y le dan a la patronal todo el poder para resolver algunas y anular otras.
Entre los proyectos, además de la ley de glaciares, se envía un sostén en defensa de la propiedad privada, se restringe la venta de tierras en barrios populares, pero se libera por completo la compra de tierras rurales por parte de extranjeros. Más claro para quien se legisla y se gobierna no se consigue.
También se vuelve a la carga con una supuesta reforma educativa, donde como en los 90 se pasará todo a las provincias o cada escuela, ya que se habla de un rol vital que tendrá cada comunidad educativa. Esto no es otra cosa que plantearle a los padres que se tendrán que hacer cargo de las escuelas. Algo así como cuando se sugirió que cada barrio se ponga de acuerdo para hacer sus cloacas o pavimentar sus calles.
Mientras todo esto sigue pasando, Milei está en Oslo, para participar de la recepción del premio Nobel de la Paz a la opositora venezolana, Corina Machado, aquella que apoya todas las intervenciones de Estados Unidos, incluso y sobre todo las que impulsa sobre su país. La mayoría puso el acento en que el presidente se bajó del avión e ingresó al hotel de cinco estrellas despeinado y con el mameluco de YPF, aquella empresa que primero quiso privatizar y que dicho sea de paso retiró de la Cuenca.
El problema no es cómo se viste o peina el presidente, sino como piensa y las acciones que lleva adelante con prisa y sin pausa, mientras casi todos nos perdemos en discusiones sobre usos, protocolos y demás cuestiones con las que, para variar, nos distraen y cambian el foco para que no veamos lo que realmente está y nos seguirá pasando.






