Lista de "papables": Arrancó el Cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco
Tras la muerte de Francisco, los cardenales electores menores de 80 años se recluyen en la Ciudad del Vaticano en un solemne y enigmático ritual de siglos
Tras el fallecimiento del Papa Francisco, se ha puesto en marcha en la Ciudad del Vaticano uno de los procesos más solemnes y enigmáticos de la Iglesia Católica: el Cónclave, el mecanismo establecido para elegir al nuevo Sumo Pontífice.
Rodeado de siglos de tradición, estricto secreto y un profundo simbolismo, el cónclave comienza formalmente tras un breve período de luto por el papa fallecido. En él participan exclusivamente todos los cardenales de la Iglesia Católica que, al momento de declararse la Sede Vacante (el período sin papa), sean menores de 80 años.
Estos purpurados viajan a la Ciudad del Vaticano bajo estrictas condiciones de aislamiento: sin celulares, sin acceso a medios de comunicación y sin contacto alguno con el exterior. Su única misión será discernir, debatir en privado y finalmente elegir al nuevo líder espiritual de los más de 1.300 millones de católicos en el mundo, una responsabilidad que definirá el futuro de la institución.
Durante el proceso, los cardenales electores son alojados en la Casa Santa Marta, un edificio dentro del Vaticano preparado para tal fin. Cada jornada, cruzan hacia la icónica Capilla Sixtina, célebre por los frescos de Miguel Ángel, donde se lleva a cabo el acto de la votación, que es rigurosamente secreta.
Para que la elección de un nuevo papa sea válida, se requiere alcanzar una mayoría calificada de dos tercios de los votos de los cardenales presentes. Si en una votación no se logra esa mayoría, se realizan sucesivas rondas de sufragios, con un máximo de cuatro votaciones por día. El proceso puede extenderse por horas, días o, como ha ocurrido en el pasado, incluso semanas, hasta que un candidato obtenga el respaldo necesario.
Cada votación concluye con la quema de las papeletas utilizadas. El color del humo que sale por la chimenea instalada en la Capilla Sixtina es el indicador universal del resultado para los fieles y el mundo exterior: el humo negro indica que no se ha alcanzado la mayoría necesaria y, por lo tanto, no hubo elección de papa. En cambio, el humo blanco es la señal esperada que anuncia que finalmente ha sido elegido el nuevo pontífice.
Una vez que el cardenal electo acepta la responsabilidad que se le ha confiado, el cardenal protodiácono (el cardenal del orden de los diáconos con más antigüedad) tiene el honor de anunciarlo al mundo desde el balcón central de la Basílica de San Pedro con la tradicional fórmula latina "Habemus Papam" (Tenemos Papa). Inmediatamente después, el nuevo papa se presenta y, si corresponde, imparte su primera bendición solemne Urbi et Orbi (A la ciudad y al mundo).
Más allá del rito y la solemnidad, el cónclave es también una instancia crucial que a menudo refleja y define las distintas visiones y sensibilidades que conviven dentro de la Iglesia Católica: desde aquellas corrientes más progresistas, enfocadas en la inclusión, la justicia social y la adaptación a los tiempos modernos, hasta otras más conservadoras, defensoras a ultranza de la doctrina y las tradiciones. El cardenal que resulte elegido deberá conciliar estas visiones y, con su pontificado, marcará el rumbo espiritual y, en cierta medida, político del Vaticano y de la Iglesia Católica en las próximas décadas.
Aunque la elección es siempre un acto de estricta reserva y el resultado impredecible, en los días previos y durante el cónclave, los nombres de varios cardenales resuenan en los medios y círculos vaticanos como posibles candidatos, los llamados "papables". Algunos de ellos, con distintos perfiles y procedencias, son:
Luis Tagle: Con 67 años y procedente de Filipinas, es un referente de Asia. Ex arzobispo de Manila, actualmente se desempeña como prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Es considerado un fuerte defensor de la justicia social y la inclusión.Con información de FiloNews.