Solo para la foto
Saúl Gherscovici
El gobierno nacional convocó dos veces a algunos gobernadores a reuniones a las que, a pocas horas de concretarlas, les bajó el precio. En ambas ocasiones, Ignacio Torres estuvo sentado en esas mesas que, evidentemente, se montaron para las fotos que la gestión de Milei debe mostrarle a Estados Unidos como prueba de que está cumpliendo con el maquillaje de gestión democrática a la que se comprometió ante el "salvataje" que le permitió ganar las elecciones.
Luego del primer encuentro, al que no se invitó a los gobernadores que piensan distinto y lo demuestran con acciones y gestión de gobierno, Milei (Karina o Javier) desplazaron a Guillermo Francos, el jefe de Gabinete que fue el gestor de sentar en esa mesa a 20 de los 24 mandatarios provinciales.
El viernes pasado, Torres tuvo el segundo encuentro, esta vez a solas con el nuevo Jefe de Gabinete, el inefable Manuel Adorni, y con Diego Santilli, que pese a que aún no había jurado como tal, en la gacetilla oficial se lo presentó como ministro del Interior, como para darle mayor volumen al parte de prensa provincial.
Entre ese encuentro y la jura, ocurrida ayer, a Diego Santilli se lo vacío de casi todo el poder. Muchas de sus atribuciones y dependencias se las repartieron entre Adorni y Patricia Bullrich, quien pese a que en diciembre asumirá como senadora seguirá controlando el ministerio de Seguridad.
Es decir que cada uno de los acuerdos a los que se pudieron arribar en ambas reuniones quedaron en la nada o en el mejor de los casos dependerán de la decisión que, con la venia de Karina, adopte Adorni sobre las retenciones petroleras y las obras y fondos del presupuesto 2026.
Ya no tienen con que
El problema para Torres y los otros gobernadores que acompañaron las determinaciones que Milei impuso o sostuvo con sus vetos en el Congreso, es que al ser derrotados en las pasadas elecciones se quedaron sin poder de negociación en las Cámaras. Por lo tanto este gobierno, que sigue negado a la obra pública y sin respetar el funcionamiento republicano, democrático y federal, en la práctica ya no los necesita.
La política siempre fue dinámica pero nunca tanto como en la época de vaciamiento y crueldad en la que vivimos. Está demostrado cómo un gobierno que estaba claramente derrotado, con gobernadores prácticamente probándose o poniendo a otros el traje de presidente provisional, pasó a ganar las elecciones y a volver a ocupar (casi como nunca) el centro de la escena y de las definiciones políticas.
Se verá si este manejo, poder y legitimación que le dieron las elecciones se mantiene o si el inesperado triunfo en las intermedias fue, como sucedió con las de Macri en el 2017, un espejismo que se estrelló dos años después en la general. Lo cierto es que, en este poderoso mientras tanto, Milei recuperó poder y esa impunidad que le permite seguir haciendo lo de estos casi dos años pero (casi) sin necesitar de esos aliados, que hoy ya no tienen nada que ofrecerle para controlar las decisiones de un parlamento que llenó con declarados y orgullosos obsecuentes propios.