Una burla y una agresión más

Por Saúl Gherscovici

El presidente Javier Milei parte con una gran comitiva, por el número no por su calidad, hacia el Vaticano para participar en las exequias del Papa Francisco, a quien en vida lo denostó e insultó como nadie en el mundo lo había hecho. 

Llevar a presentar respetos y despedir al Papa a Patricia Bullrich, Sandra Pettovello, Guillermo Francos y Manuel Adorni no parece casual sino un capítulo más del odio planificado que Milei sigue ejecutando diaria y sistemáticamente. 

Se trata de los responsables directos de la represión a jubilados y manifestantes, de la destrucción de los planes de asistencia a los desposeídos y de quienes falsean todos los días, la realidad y las acciones de un gobierno, cuya ideología y plan son lo más alejado de los valores cristianos y comunitarios que hasta la fecha se hayan conocido en la Argentina, a excepción de la dictadura. Esa que, por otra parte, algunos de los integrantes de este gobierno avalan y parecen añorar.

Además, mientras se arma este viaje con esta pesada delegación, el gobierno ni siquiera le tendió una mano a la familia de Francisco para, ya que se viaja con el avión y gastos del Estado, llevarlos a dar el último adiós no al Papa Francisco sino, y sobre todo, a Jorge Bergoglio.

Si el Papa, ya sea por decisión propia o determinación divina, esperó hasta el fin de las Pascuas para morirse podríamos pensar que, cuando vea o sienta que estos personajes se acercan a despedirlo, se levante y ande. Ojalá suceda, no solo por el milagro, sino también por la cara de espanto de estos seres oscuros y payasescos de nuestra historia (según su propia definición). 

La agresión a periodistas

El gobierno, a través del propio presidente, sigue fomentando también el odio hacia los periodistas. Es parte de ese plan de agredir y desprestigiar a quien piensa distinto o no adula una gestión que, hasta el momento, solo celebró un teórico superávit fiscal y un nuevo endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional. 

El resultado concreto de esa prédica, ejercitada tanto en las "entrevistas" que concede el presidente a los "periodistas" amigos como por la red social X, fue la brutal y cobarde agresión que recibió el periodista Roberto Navarro, director de El Destape, quien fue violentamente golpeado en la cabeza a traición, es decir por la espalda y sin aviso. Como hacen los cobardes.

Luego de esa agresión los periodistas del régimen, como Luis Majul o Alejandro Fantino, no solo no la condenaron sino que parecieron avalarla. El primero de ellos, como sucedía en épocas nefastas pasadas, previamente sostuvo que había periodistas que sí podían ser maltratados, como Roberto Navarro, y otros, como los de La Nación+, no. 

Fantino, que viene de protagonizar un récord absoluto cuando entrevistó durante 5 horas al presidente, sostuvo que Milei puede decirte de todo en entrevistas y por redes pero "jamás te va a mandar a la AFIP o espiar", como sostuvo, le pasó durante los gobiernos de Cristina y Macri. 

Por los años que llevan en los medios, su teórica preparación o capacidad previa, no se trata de gente que no vea lo obvio, que es ese hilo que une la prédica de Milei con las agresiones que otros terminan ejecutando, sino que prefieren ignorarla para seguir disfrutando de las mieles del poder. Lo que es aún más criticable y preocupante.

El problema no son ni los comunicadores ni los discursos del odio, sino que la propia comunidad siga sin ver lo que genera ese sentimiento tan oscuro y amargo no solo en los golpeados sino también en la sociedad en su conjunto, en la que están incluidos quienes miran para el costado o disfrutan porque las agresiones y burlas recaen sobre los que piensan distinto.

De eso también habló ese Papa universal y argentino hasta la médula.