La libertad no avanza pero Milei si
Análisis de Saúl Gherscovici.
El resultado de las elecciones del pasado 26 de octubre, más las efectivas negociaciones que se hacen desde el poder, determinaron que el bloque de Diputados del Congreso de la Nación de La Libertad avanza pase a ser primera minoría, con todo lo que esto implica para una gestión que en los dos primeros años de mandato llevó adelante "el mayor ajuste de la humanidad", ese que solo pudo concretarse y sostenerse a base de crueldad y represión.
Con este poder de fuego, que contiene la barrera que necesitaba Milei para sostener el veto a cualquier Ley que el Congreso emita en contra de sus planes, el gobierno nacional enfila con optimismo y algunas certezas lo que resta de su mandato actual y ya comenzó a delinear una posible reelección. Un nuevo mandato de Milei parecía imposible antes del 26 de octubre pero hoy es factible si se toma como parámetro lo que sucedió con Carlos Menem en los 90 y como, pese a los claros hechos de corrupción y la situación económica y social, la imagen del presidente vuelve a crecer tras unos meses de escarnio.
Con este panorama, el gobierno ya está decidido a hacer aprobar en el Congreso las reformas Laboral, Tributaria y Penal. Junto con ello también volverá a la carga para definir las privatizaciones, como las de Aerolíneas, Banco Nación, Vialidad, RTA, y otras que, con la composición anterior, el parlamento pudo frenar. Ahora será muy difícil lograr los consensos para resistir el nuevo embate de un oficialismo ensoberbecido y crecido en manos.
Por eso estas elecciones intermedias eran tan importantes porque iba a representar no solo un reproche a lo hecho hasta el momento por el gobierno nacional sino también un freno para lo que le quedaba pendiente.
Así como estamos recordando lo sucedido en los 90, los optimistas pueden aferrarse a lo que pasó con Macri en el 2017 cuando, también luego de un ajuste y un deterioro importante de la economía real y social, ganó las intermedias pero a los pocos meses comenzó a despedirse del sueño reeleccionista, siendo derrotado dos años después por Alberto Fernández, el candidato magistralmente elegido por Cristina para ganar las elecciones pero sin la capacidad para, pandemia mediante, hacer un buen gobierno. El resultado de esa gestión más discusión interna y el gobierno anterior de Macri son los que, en gran parte, nos trajo al Milei de estos días y al rechazo de certezas de la Argentina que todos creíamos, en base a que se asentaron en luchas y reconocimiento de derechos, no solo inmodificables sino indiscutibles.
Lo que sucederá, en definitiva, lo sabremos en dos años porque en la Argentina de estos tiempos la política no solo es dinámica sino también impredecible.
Por ahora, Milei tiene mayoría en Diputados y achicó el margen de control de situación que Unión por la Patria tenía en el Senado. Se verá en el tiempo si aquellos diputados y senadores que se pasaron de bloque siguen junto al oficialismo por lo que resta de gestión o recapacitan y vuelven a los lugares de representación que le asignó un pueblo que, pese a sentirse burlado, ya no tiene poder ni de reacción ni de indignación porque está preocupado en ver cómo hace para llegar a fin de mes luego de pagar alquiler, servicios, transporte y otros costos de vida que se le han ido por las nubes, pese a que escucha que la inflación "está controlada y sus salarios y/o jubilaciones crecieron en dólares"
Milei logró que el deterioro de la calidad de vida de la mayoría de los argentinos sea visto, al menos por los que lo siguen votando pese a estar cada vez peor, en un avance de la libertad cuando, en la práctica y a la vista, implica todo lo contrario.
Resta ver, en definitiva, hasta cuando llega ese encantamiento y en la tarea que tendrá que realizar la oposición para generar una alternativa para que dentro de dos años exista una propuesta seria para enfrentar electoralmente y con posibilidades a un modelo que avanza, pese a que limita libertades, derechos, y calidad de vida.







