¿Y si se busca el diálogo en serio?

Más allá de los nombres, está claro que lo que importa son los perfiles.

El gobernador Mariano Arcioni no tuvo más remedio que cesar en el cargo al ahora ex ministro Coordinador de Gabinete, Federico Massoni, a quien sostuvo demasiado tiempo porque, no hay dudas,  era quien encajaba de manera perfecta (casi cinematográfica) en ese perfil de mano y discurso duro, que lamentablemente el mandatario entendió que era el  necesario para solucionar el conflicto docente, que ya lleva más de tres meses.

Ese perfil que puede ser el recomendable para conducir las fuerzas de seguridad, está claro, pero no para el gabinete en su conjunto, y menos para “disciplinar”, porque eso fue lo que se buscó, a los estatales en general, y a los docentes en particular.Hoy, luego del breve anuncio de la renuncia del jueves que, pese a lo que se dijo no fue una conferencia de prensa, el gobernador se vio obligado a aclarar que el alejamiento de su funcionario estrella no se provocó a pedido de los gremios sino por decisión propia. Se trató de un esfuerzo sin sentido para que la renuncia sea entendida como un gesto de seguridad y no de una debilidad y un error de estrategia que está a la vista. La primera es consecuencia de la segunda.

Los ministros, todo el mundo lo sabe, son fusibles. Sus designaciones y sus salidas son resueltas por el titular del Ejecutivo que, está claro, se demoró demasiado en decidir el alejamiento de Massoni porque los tapones, para seguir con el ejemplo de los fusiles, ya habían saltado hace rato. ¿Cuántas veces se dijo, en estos meses, que se estaba apagando el incendio con nafta? Demasiadas. De todos modos, el gobierno apostó hasta el jueves a la misma receta.El lunes, se indica ahora, se conocerá el nombre del nuevo ministro Coordinador de Gabinete. A esta altura, está claro que al gobierno le cuesta conseguir a alguien que se quiera hacer cargo de semejante desbarajuste , provocado por una pulseada demencial entre el gobierno y el gremio, que en estos tiempos jugaron a ver quién es más intransigente. La diferencia entre ambos, por más que le duela a Arcioni, es que el que está incumpliendo es su administración, que no pudo hacer frente a lo que ella misma firmó en épocas preelectorales.

Más allá de los nombres, está claro que lo que importa son los perfiles. Quien asuma en Coordinación de Gabinete debe ser una verdadera persona de diálogo, y no una que disfrute y se alimente de la confrontación. Este gobernador ya había tenido la experiencia inicial cuando decidió reemplazar a Jerónimo García, por Sergio Mammarelli, luego optó por la vuelta al diálogo con  Marcial Paz, para luego volver al discurso duro con Massoni.En Educación, en poco tiempo, ya van tres fusibles que saltan. La primera fue Graciela Cigudosa, imputada en causas de corrupción por las obras escolares pero electa diputada provincial. Luego vino Leandro De Bella, que hizo lo que pudo, y finalmente Paulo Cassutti que, más allá de su búsqueda de diálogo, quedó envuelto y cubierto por la naturaleza confrontativa de Massoni.

Varios  hemos sostenido que este conflicto, además de económico es sobre todo político y esto cada vez es más evidente. El diálogo no se declama, se busca y se ejercita, y quien debe abonar ese camino es, sobre todo, quien tiene las mayores responsabilidades de conducción.Por eso sería sano y aconsejable que, además de buscar un ministro de diálogo, el propio gobernador cumpla con lo que, para zafar de lo que parecía ser un juicio político inminente, se comprometió meses atrás ante el hoy presidente electo, Alberto Fernández, a cuyos emisarios les dijo que iba ponerse al frente del conflicto. Tal vez, sentándose personalmente en la reunión a la que se convocó para el lunes a las 18 a los gremios, se pueda comenzar a reconocer en la práctica el error que por ego y naturaleza no se quiere admitir.

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