Comodoro Rivadavia

El problema para reinventarse de los nuevos desocupados petroleros

Las indemnizaciones se acaban lentamente, la espera de la reactivación se hace cada vez más larga y trabajar en una plataforma puede ser tedioso.

Víctor tiene 49 años y, desde hace un par de meses, forma parte de los nuevos desocupados en Comodoro Rivadavia. La crisis que atraviesa la región lo dejó sin empleo. Un día llegó a su lugar de trabajo y un supervisor le informó que estaba desvinculado de la compañía. Las dudas se fueron transformando en desesperación y desconcierto.

Este operario había estado vinculado a la industria hidrocarburífera desde los 30 años, pero ahora está en un limbo: es demasiado joven para jubilarse y, a la vez, demasiado "viejo" para reinsertarse en el campo laboral. La indemnización le permitió tomarse unos días para descansar y "parar la pelota". Era una situación desconocida para él. Nunca había estado sin trabajo desde que salió de la secundaria, y pensaba que era solo una "mala racha más".

Los días fueron pasando y, como todo, la cuenta bancaria se fue agotando. Los gastos de la casa, la medicación de su hijo y la comida hacían que la plata alcanzara cada vez menos. El sueldo de su esposa se destinó exclusivamente a pagar los servicios y hacer las compras de la semana. La familia tuvo que reacomodarse de golpe: se terminaron el gimnasio, las salidas a comer, los asados del fin de semana y esos pequeños lujos que uno se da cuando hay dos ingresos.

Víctor empezó a buscar trabajo. Primero entre conocidos y en su rubro: chofer de vehículos de cargas peligrosas. Luego, preguntó por lo que fuera. La idea era llevar algo de plata a casa, pero no encontraba nada. Había muchos en su misma situación. Intentó pararse afuera del gremio, esperando que alguien le diera una mano. Esas puertas que alguna vez estuvieron abiertas de par en par, ahora estaban cerradas con candado.

Caminó el barrio Industrial de punta a punta. Golpeó todas las puertas y portones que encontró, pero la respuesta era siempre la misma: "tiene que mandar su currículum a ese mail que está en la ventana". El trato era frío y distante. El mundo había cambiado desde que él ingresó a la industria petrolera.

La plata de la indemnización se fue agotando casi tan rápido como pasan las horas en invierno, y las alternativas no eran muchas.

Sin respuestas

Joaquín está desempleado desde el año pasado. Según contó a ABCDiario, la empresa no le pagó la indemnización en tiempo y forma, por lo que decidió iniciar acciones legales para reclamar lo que le corresponde por ley.

Tiene el mismo problema que Víctor: tiene 50 años y no logra reinsertarse en el mundo laboral. "Para las empresas sos muy viejo para trabajar. Creen que no podés hacer nada. Yo fui a todos lados y no te toman. Hago changas para comer, pero la mano está muy difícil", subrayó.

Joaquín también era chofer de cargas peligrosas y nunca se imaginó tener que abrir un correo electrónico para mandar su CV. "Yo toda mi vida trabajé. No sé hacer otra cosa. Ahora resulta que tenés que mandar un mail para ver si te toman. Para mí eso no funciona, pero no me queda otra que intentarlo. Es todo muy difícil para los que tenemos nuestra edad. Yo necesito seguir trabajando para mantener a mi familia", afirmó.

La última alternativa

El trabajo a través de plataformas digitales es una fuente de ingresos para muchas personas, pero para quienes están acostumbrados a la relación de dependencia, es la opción menos atractiva.

Víctor y Joaquín decidieron poner sus vehículos a trabajar en estas aplicaciones para ganar unas monedas mientras aparecía "algo mejor". Los primeros viajes fueron caóticos: no entendían la aplicación, el GPS los llevaba por rutas confusas y siempre estaba latente la posibilidad de que les retuvieran el auto en un control.

Para Víctor, el trabajo duró solo unas semanas. Su camioneta comenzó a tener fallas y debió mandarla al taller. Lo poco que había juntado lo usó para pagar la reparación. "No sirve trabajar así. El estado de las calles te destroza el auto y terminás trabajando para el mecánico. Solo sirve si tenés un auto chico que no consuma tanta nafta", explicó en diálogo con este medio.

Joaquín, en cambio, decidió vender su camioneta 4x4, sumar un poco más de plata y comprar dos autos usados: uno más antiguo y otro un poco más moderno. Puso el más viejo a trabajar en la aplicación de viajes y, de ese modo, logró generar una diferencia económica en el día a día. "La verdad es que plata podés hacer. No es lo mismo que un sueldo fijo a fin de mes, pero te salva. Yo trabajo mucho arriba del coche y así puedo llevar algo a casa", consideró.

El deseo de volver a la actividad

Tanto Víctor como Joaquín mantienen la esperanza de volver a tener un trabajo con recibo de sueldo. Las aplicaciones, los mails y la edad los alejan de la posibilidad de reinventarse. Las ganas de trabajar no faltan, pero la escasez de oportunidades es cada vez más preocupante.

"Todos los días nos enteramos de que un amigo o un conocido se quedó sin trabajo. No nos queda otra que aguantar y tirar para adelante. Somos viejos y jóvenes a la vez para jubilarnos. La tecnología nos quedó lejos. Antes entregábamos currículums en mano y ahora es todo por mail y cosas raras. Uno solo quiere trabajar. No pide mucho más", destacó Víctor.

En la misma línea, Joaquín opinó que la edad es una barrera a la hora de buscar trabajo. "Ya no pasa por la experiencia. Si tenés más de 45 años, sos viejo. No importa si sabés o no sabés hacer algo: sos viejo. Es una marca que llevás. Me acuerdo que mis tíos encontraban trabajo sin importar la edad. Ahora hay cada vez más problemas", lamentó.

El caso de Víctor y Joaquín es solo uno más entre tantos en Comodoro. La dificultad para reinventarse, la falta de empleo y la creciente cantidad de personas que trabajan en aplicaciones es una bomba de tiempo para la región.

Temas de la nota: